Actualmente Ainsford es una ruina saqueada, una pesadilla de crueldad donde la única esperanza es una muerte rápida. Los establos rebosan con los excrementos de esclavos y bestias, hacinados en los mismos recintos. Todos los esclavos sin excepción, sean bestias o humanos, hombres o mujeres, niños o ancianos, son obligados a trabajar aunque estén enfermos o mutilados. Los rebeldes son sacrificados por los hechiceros del monte roto o llevados a la casa de las mujeres, donde son usados como incubadoras para los broos en un círculo vicioso de violaciones salvajes y partos agónicos. Los muertos son devorados por los trolls o arrojados al pozo de la acrópolis, donde se tiran todos los desperdicios de la ciudad.