Hola a todos, buenos días.
Sigo al teclado y permanezco en compañía del paladín penitente.
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Hola a todos, buenos días.
Sigo al teclado y permanezco en compañía del paladín penitente.
"Apartada la incertidumbre, Tudorache el Descarriado espoleó suavemente a su montura. Marchando al paso llegaron ante los gruesos portones reforzados con láminas y tachones de hierro del baluarte. A un antiguo maestre de la orden le debió parecer redundante que el acceso principal estuviese decorado con el símbolo de la torre. De manera que era la silueta de un águila con las alas extendidas el blasón que se dividía entre las jambas ahora abiertas. Los rastrillos estaban levantados. Cuatro jóvenes lanceros de blancos tabardos sobre las cotas de anillos los custodiaban desde la sombra del pasillo abovedado.
Al percatarse de su llegada, dos de ellos le salieron al paso, en tanto que los otros dos adoptaron una postura más respetuosa colocándose a ambos lados con la espalda en la pared. Al menos otros tantos había visto patrullar por parejas la cinta amurallada. Semejante despliegue lo habría anonadado de no ser por los indicios de prosperidad que había presenciado por el camino.
—¡El caballero negro regresa al Nido! —se presentó ante aquellos reclutas que no conocía, al tiempo que sujetaba en alto por su cadena de plata el silbato de marfil que lo identificaba como miembro superviviente del Círculo Interior.
—¡Bienvenido sea el caballero que regresa! —lo saludaron con sincero gozo en la voz— ¡El Maestre Zacarías lo espera!
—Podéis confiarnos vuestra montura y arreos, caballero —añadió el más alto de los dos—. Nosotros nos ocuparemos de ellos.
—Así sea —concedió él descabalgando—. Tened paciencia con Mordiscos —avisó al tiempo que les confiaba su yelmo y sus armas, pero se echaba las pesadas alforjas al hombro—. Ha perdido la costumbre de tener más compañía que la mía."