Ainsford es una visión digna de contemplar, una meseta plana perfectamente cuadrada, tan inmensa, que se necesitan dos días para rodearla (20km de lado), coronada por una acrópolis que enaltece su ya imponente altura de dos estadios (400m) con una estructura de piedra que podría alojar otra ciudad. Solo se puede acceder a ella por un puente antiquísimo por el que pueden pasar una línea de diez hombres cómodamente. Por si las defensas naturales no fueran suficientes, Ainsford está rodeada de murallas que, aunque en ruinas, siguen alzándose más de tres plethra (90m) en las zonas que se mantienen en pie.