- Amigo Zariak, tengo que preguntarte algo. Por alguna razón creo que no debo, pero las tripas me lo exigen y no puedo contenerme más.
…
(Junto a una hoguera)
- Amigo Zariak, tengo que preguntarte algo. Por alguna razón creo que no debo, pero las tripas me lo exigen y no puedo contenerme más.
+ Adelante Meliam, deja que tus tripas hablen.
- Hemos viajado juntos durante más de 7 ciclos. Luchado en cruentas batallas y burlado nuestro destino en todas ellas. Hemos cruzado peligrosas sendas, alcanzado cientos de horizontes y compartido la precaria luz de una antorcha apunto de agotarse en plena tenebra. Hemos intercambiado sabiduría e insultos, compartido la bota noche tras noche e incluso yacido con la misma mujer en un mismo instante. Y sin embargo, nunca has compartido la música de ese instrumento que tan celosamente guardas y proteges.
+ Verás, es complicado. Solo conozco una pieza y no puedo interpretarla.
- Y eso ¿por qué?
+ No tiene inicio. Tampoco final. Es el vacio de un instante que es a su vez crea un todo infinito. El momento que se compone a si mismo formando un cambio insondable, un continuo cesar. Un dejar de ser que delata la marcha inamovible, la incertidumbre del llegar a ser, del nunca más volver a ser. Una melodia inconsistente que no llega a existir, abarcandolo todo y desbordandose en un hermoso baile del eterno renacer de la muerte de la nada.
- Esta bien, pasame la bota. Cuando recuerdes la canción desearé escucharla.