Hola a todos. Felices fiestas y próspero año nuevo.
Casi finiquitado el año, regreso con mis historias. Atando flecos y preparando nuevas tramas. Espero os entretengan al leerlas tanto como a mí al escribirlas.
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Hola a todos. Felices fiestas y próspero año nuevo.
Casi finiquitado el año, regreso con mis historias. Atando flecos y preparando nuevas tramas. Espero os entretengan al leerlas tanto como a mí al escribirlas.
"Uriah respiró profundamente el aire de la sala y se ajustó el pañuelo perfumado con esencia de lavanda sobre la nariz. Apartó de su memoria aquellos trágicos eventos y se concentró en el encargo que le habían encomendado.
Al fondo de la estancia, una columna, del ya familiar mármol rosado y veteado de negro, reposaba erguida sobre tres peldaños. A su lado, las cuentas de cuarzo vidriado insertas en la decoración acumulaban polvo. El veterano soldado extrajo un paño de su zurrón y las limpió suavemente, revelando los colores mitigados por la suciedad desde su última visita. La composición de los cristales, como teselas de un mosaico, evocaba una escena naturalista que debió ser muy popular entre los elfos de la ciudad: un colibrí alimentándose del néctar de los blancos lirios que crecían en la ribera del Sgem.
Sin dilación, presionó el cuarzo colocado a la altura del corazón del pajarito y al momento, una serie de ruidos hidráulicos rompieron el silencio. A tirones, la ancha columna giró sobre sí misma, dejando al descubierto una oquedad trabajada para asemejarse a los soportales que, todo a lo largo del alcantarillado original de la ciudad, daban cobijo a las cuadrillas de mantenimiento.
Uriah se introdujo en ella. Evitó sentarse en los pétreos bancos cubiertos de musgo y alzó la vista. Como ya sabía, en el ápice del arco de medio punto faltaba el cuarzo luminoso. Lo traía consigo. Con la facilidad que otorga la práctica, lo encajó en su lugar y la columna regresó a su posición original.
Por fin estaba fuera. En un túnel auxiliar, ligeramente elevado para evitar que se inundase con cada marea, y carente de otra utilidad fuera de servir de refugio a albañiles y cazadores de ratas sorprendidos por las crecidas del río.
Ahora estaba fuera de su jurisdicción. Por más que en las calles de la ciudad fuera el brazo visible de la justicia real, allí, en la tierra de nadie en que habían devenido las alcantarillas, su autoridad derivaba únicamente de su capacidad para imponerse a quienes en ellas moraban.
Guiándose de memoria, pronto se encontró con los banderines que advertían del estado de los túneles. Blancos para aquellos en buen estado de mantenimiento. Negros para los que presentaban riesgo de derrumbe.
Según se internaba más y más en el laberinto de galerías y cisternas de las subterráneas entrañas de Esgembrer, más frecuentes eran los banderines negros. El deterioro era mayor en los barrios más poblados, donde la intervención de los humanos había alterado, e incluso sustituido, la robusta masonería legada por los enanos."