Nueva entrega de las aventuras y desventuras de Tudorache el Descarriado disponible en el blog de la Itarca de Isfegar:
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Hola a todos una vez más.
Nueva entrega de las aventuras y desventuras de Tudorache el Descarriado disponible en el blog de la Itarca de Isfegar:
"Antes de volver a la posada dio un paseo por el bosque castigado por el fuego. El poder regenerador del Hijo de Silvara se hacía notar. Aquí y allá se apreciaban nuevos brotes de vida. Entre los tocones quemados destacaban tallos de plantas desconocidas para el paladín. Unos pocos árboles reverdecían sus ramas. Pese a todo, llevaría largos años recuperar el frondoso paisaje que recorrió días antes. Deambulaba sin rumbo cuando se topó con un grupo de cinco lugareños montados en un carro. Eulogio, el bienintencionado sobrino de Quino, estaba entre ellos.
—¡Saludos, caminantes! —les dio el alto, intrigado.
—¡Saludos, caballero! —le contestaron respetuosos, pero con aire culpable. No esperaban toparse con él.
—¿Qué negocios os traen por estos lares?
—Ha sido cosa del alcalde Pascual —tomó la palabra Eulogio, era un buen muchacho y Tudorache lo escuchó con buena disposición—. Todavía quedan cuerpos por recuperar. Y nos ha encargado que los traigamos de vuelta.
—Lo entiendo y no os lo impediré —aceptó sus explicaciones para alivio de la cuadrilla—. Pero no os lo recomiendo —añadió para su sorpresa—. Yo en vuestro lugar dejaría que nueva vida se alimentase de ellos. Así en el futuro, puede que los hijos y nietos de los difuntos se lo piensen dos veces antes de serrar los árboles crecidos sobre las tumbas de sus antepasados.
Una vez dicho éso, se despidió con cortesía y los dejó allí mismo debatiendo qué debían hacer. A ninguno le parecía buena idea cruzar el Turbulento y arriesgarse a despertar la ira de las criaturas que allí moraban. Pero tampoco se les había ocurrido qué decirle a Pascual y a su nueva mano derecha, Quino.
—Conrado se habría opuesto —dijo uno de los mozos.
Los demás le dieron la razón. No era la primera vez que escuchaban algo parecido. Todos lo habían pensado más de una vez. De modo que se volvieron. Al oírlos tras él, Tudorache sonrió. No todos sus esfuerzos habían resultado baldíos.”