Hola de nuevo.
Continúo con la historia de Tudorache el caballero penitente:
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Hola de nuevo.
Continúo con la historia de Tudorache el caballero penitente:
"El resto de la jornada transcurrió entre rastrillos de paja sucia y palas de estiércol. Las pilas a las puertas del establo crecieron a buen ritmo. Para asombro de los curiosos, aquel caballero de porte orgulloso y acento extranjero demostró ser ducho en esos quehaceres. Poco o nada sabían ellos de las muchas obligaciones que recaían en los jóvenes escuderos. Entregados para su aprendizaje a tíos maternos u otros familiares lejanos, el trabajo duro, en el mejor de los casos, o la pura y simple explotación, en el peor, pasaban a formar parte de su vida cotidiana. No obstante, Tudorache había sido de los afortunados. Aquellas faenas le traían los buenos recuerdos vividos con su hermano. También agradecía la satisfacción que le producía el trabajo honesto y el sueño reparador que traía consigo el cansancio. En especial con ese persistente viento sur que azotaba la comarca día y noche.
Por allí rondaba el ocioso Conrado. No escatimaba en malicia. Pero al ver que sus pullas caían en saco roto, pronto dejó de aparecer por allí. Los que sí se acercaron fueron los labriegos del lugar. Era buen abono el que estaba acumulando el caballero. A ellos los envió a hablar con el posadero y al día siguiente acudieron con sus carros para retirarlo. Algunos consideraron oportuno ayudarlo para asegurarse que ningún otro convecino codicioso cargara antes que ellos y les dejase sin nada. Gracias a estos brazos extras empeñados en la labor el establo estuvo limpio para la noche. Uno de ellos se comprometió a suministrar la paja de los lechos.
A la hora de la cena el posadero lo sorprendió ofreciéndole una copa de aromático y oscuro vino. No había visto que ninguno de los parroquianos bebiese otra cosa que el orujo o la cerveza local."