¿De verdad tenemos las personas que ser tan exigentes con las personas? ¿Tan putamente ególatra y falta de humildad es nuestra percepción? ¿No somos capaces de ver nuestros propios miedos y angustias e identificarlos en los demás?
Si bien es verdad que el tarado nunca ve sus propias taras eso es por que estamos acomodados en una especie sensación de certeza que nos impide ampliar horizontes y que nuestras antiguas limitaciones salgan a la luz. Pero y ¿qué ocurre si los superamos?
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¿De verdad tenemos las personas que ser tan exigentes con las personas? ¿Tan putamente ególatra y falta de humildad es nuestra percepción? ¿No somos capaces de ver nuestros propios miedos y angustias e identificarlos en los demás?
Si bien es verdad que el tarado nunca ve sus propias taras eso es por que estamos acomodados en una especie sensación de certeza que nos impide ampliar horizontes y que nuestras antiguas limitaciones salgan a la luz. Pero y ¿qué ocurre si los superamos?
Cuando los vemos superados nos instalamos en una especie de superioridad por la que despreciamos a quien sufre de esos sintomas, como un autodesprecio, como si esa persona que fuimos no formase parte de lo que somos ahora. Nos olvidamos de que el horizonte no desaparece, siempre sigue ahí ocultando una totalidad que no existe, una nada que no es tal.
No hay mayor aislamiento. No hay nada que provoque mayor soledad. No existe mayor angustia, por que somos conscientes (o subconscientes) de que nunca estamos a la altura del liston que nosotros mismos tan alto ponemos y que subimos cada vez que superamos algo en lugar de ampliar nuestra perspectiva para darnos cuenta que no es una cuestión de medida, que la condición humana no se mide en las dimensiones conocidas.
Y así funcionamos, conduciendo una individualidad carente de sentido esperando llegar a algún lugar, como si el viaje tuviese un destino fijo, como si el horizonte se fijase en algún lugar. El horizonte somos nosotros, y el único sentido es el de ampliarlo indefinidamente. Pero no desde el yo, no desde el ego. Hagamos común ese horizonte, que de hecho lo es, caminemos juntos, ampliemos nuestra perspectiva, y quizás así, veamos en nuestro juicio a los demás, en nuestra ruda exigencia, un nuevo horizonte que podamos traspasar. Bralin: Si te tengo delante de doy un abrazo. :_)
SantiB: Me doy por abrazado :)