Bueno, pues hoy he tenido dosis de rol, como espectador.
Un grupo de niños creando murallas de arena ante la subida de la marea. Muy épico.
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Bueno, pues hoy he tenido dosis de rol, como espectador.
Un grupo de niños creando murallas de arena ante la subida de la marea. Muy épico.
Simulaban ser marineros en un barco. El artillero, que se autodenominaba «el de las bombas» se dedicaba a acumular munición para cuando llegase la batalla. Se trataba de un complejo proceso de fabricación que solo él sabia hacer. Debía mezclar arena muy mojada con arena húmeda y finalizarlo con un baño en frio de arena seca. Acumuló todo un arsenal.
El encargado de mantenimiento y reparaciones avisaba continuamente de la necesidad de reforzar el casco del barco ante la lenta pero implacable subida de la marea. Se movía continuamente de aquí para allá haciendo ajustes y dando ordenes "Arena más seca en ese lado, hay que reforzar la parte de delante" el resto de los tripulantes obedecían gustosos sin cuestionar su sofisticado sistema.
La cosa se empezó a poner fea. El oleaje arremetía cada vez con más fuerza como si de una terrible tormenta se tratase, mellando la la estructura de la embarcación. Momento en el que «el cocinero» introdujo en la ficción la imperiosa necesidad de "comer croquetas para coger fuerzas" ante la dura tarea que tenían por delante. Las croquetas se parecían sospechosamente a la munición de artillería, pero no hubo confusión, todos se tomaron rápidamente su ración y siguieron con su trabajo.
Me despisté unos segundos embelesado por la trepidante aventura que estaba presenciando. Lo suficiente para que mi hijo, hasta el momento entretenido jugando en la arena, ajeno al drama que se desataba a pocos metro de él, se levantase y arrancase un trozo de la cubierta de un manotazo entre risas. Le bautizaron como «el monstruo marino».❤
En el momento de mayor tensión, «la capitana» que hasta el momento había permanecido atareada con las funciones de reparación se levantó y me sorprendió con un emocionante monólogo que me hizo olvidarme totalmente de que se trataba de una niña de apenas diez años: "Caballeros, se acerca el final. Debo reunirme con mi destino, pero llegó la hora de que ustedes abandonen el barco y regresen a casa..." Os lo juro, el drama corre por sus venas.
Sus camaradas, lejos de obedecer esa última orden, deciden permanecer estoicos en su puesto, trabajando freneticos y entre gritos de emoción ante lo que era, ya sin duda, una causa perdida.
Con el encapotamiento del cielo se cerró también el telón de esta fantastica e improvisada obra. Mi hijo, mi mujer y yo nos volvimos para casa emocionados cantando «un barquitoooo de cascara de nuez, decoradoooo con velas de papel». Una escena dramática, emocionante y entrañable que nunca olvidaré. 😃 MrsDeath: Qué chulo 😃Galen: Creo que ahí había roleros en potencia. :)Retronage: Qué gran forma de convertir algo pequeño en una aventura, quién tuviera la imaginación de un niño otra vez.