"Volviendo grupas, se separaron Iván y Uriah de Daimiel. Sabían que la confianza sobre él depositada se vería correspondida. Antes de regresar por sus monturas aladas, desfilaron por delante de la línea de batalla, comprobando que su disposición respetase el plan trazado, saludando a los contendientes y despertando vítores a su paso.
Los enanos sonaron sus pesados cuernos de guerra. Los humanos, esgembreses, karnolianos y dancos por igual, redoblaron el atronar de gaitas y tambores, golpearon con sus armas los escudos y, ante la sangrienta labor que tenían por delante, olvidaron las diferencias que en su cotidianidad los separaban. Los elfos, en cambio, más contenidos, sin dejarse contagiar por la excitación de sus aliados, entonaron un canto alieno, triste pero preñado de amenaza, que rendía tributo a los caídos en su milenaria lucha contra los adoradores de la Espada y de los Cometas."