"Aún tuvo Ymgur la entereza de oponerse una vez más a los propósitos de su sobrino y aliados. Pero las rocas rodaban montaña abajo y habían cobrado la fuerza y velocidad de una avalancha. Sus esfuerzos resultaron baldíos. Una asamblea abiertamente hostil lo condenó al destierro junto a sus escasos partidarios, a menos que aceptaran la voluntad de la mayoría y se sumaran a la inminente expedición. Llegados a este punto, si pocos seguidores conservaba, el Viejo Oso se vio abandonado por la mayor parte, en nada quedó la generosidad que les dispensó en el pasado, y su maltratado espíritu se ensombreció. ¿Cuántos golpes puede recibir un hombre antes de quebrarse?"
Por León de Rasaol, médico viajero y tutor de príncipes
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"Aún tuvo Ymgur la entereza de oponerse una vez más a los propósitos de su sobrino y aliados. Pero las rocas rodaban montaña abajo y habían cobrado la fuerza y velocidad de una avalancha. Sus esfuerzos resultaron baldíos. Una asamblea abiertamente hostil lo condenó al destierro junto a sus escasos partidarios, a menos que aceptaran la voluntad de la mayoría y se sumaran a la inminente expedición. Llegados a este punto, si pocos seguidores conservaba, el Viejo Oso se vio abandonado por la mayor parte, en nada quedó la generosidad que les dispensó en el pasado, y su maltratado espíritu se ensombreció. ¿Cuántos golpes puede recibir un hombre antes de quebrarse?"
Por León de Rasaol, médico viajero y tutor de príncipes