Llevaba meses con nosotros. Le di una voz característica. Una personalidad propia. Hizo de guía cuando fue necesario. Arriesgó su cetrino pellejo ribeteado de tornillos cuando tuvo que hacerlo. Se enamoró de una merodeadora. Luego de una mecánica. Al final, nada: murió virgen el pobre. Pasó de querer estrangular...