Llegaron como una gran horda. Luchamos, pero fue en vano. Cuando quedó claro que todo estaba perdido, y los cuerpos de los muertos se amontonaron como negras e hinchadas montañas en el paisaje de cenizas, nuestros líderes se rindieron. E inundaron el planeta como una gran marea.
La mayoría se sometió. De nuestros gobernantes, quienes no hincaron la rodilla encontraron una muerte ignominiosa y sin honor. Aún así, algunos mantuvimos la llama de la rebelión y la esperanza. Y lo intentamos una vez. Y fracasamos. Después una segunda, y fracasamos de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo. Y cada vez fuimos quedando menos. Hasta que sólo quedé yo.
…
Llegaron como una gran horda. Luchamos, pero fue en vano. Cuando quedó claro que todo estaba perdido, y los cuerpos de los muertos se amontonaron como negras e hinchadas montañas en el paisaje de cenizas, nuestros líderes se rindieron. E inundaron el planeta como una gran marea.
La mayoría se sometió. De nuestros gobernantes, quienes no hincaron la rodilla encontraron una muerte ignominiosa y sin honor. Aún así, algunos mantuvimos la llama de la rebelión y la esperanza. Y lo intentamos una vez. Y fracasamos. Después una segunda, y fracasamos de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo. Y cada vez fuimos quedando menos. Hasta que sólo quedé yo.
Ahora no queda esperanza, sólo compromiso. No queda gloria, sólo sacrificio. No queda luz, sólo la tiniebla donde habito, y una tensa espera que se alarga sin solución hasta que llegue la hora. Orion: Que guapo tío.