"Nunca se había sentido atraído por los trabajos físicos por los que era famosa su gente. Darle forma a la roca en la mina, o al metal en la fragua no era su vocación. Sus inclinaciones eran más intelectuales, transgresoras incluso. El trabajo duro, por sí mismo, no tenía valor para el jovial enano. Lo que sí amaba eran los números. Los cálculos, los índices de rendimiento, los porcentajes de beneficio y todo tipo de código o encriptado le apasionaban. Era un loco de los rompecabezas y desentrañar el funcionamiento de complejos mecanismos constituía su deleite."