Normalmente las descripciones que incluimos en nuestras historias son fidedignas, pretenden aproximarse a lo que perciben nuestros protagonistas.
Sin embargo, los efectos de una enfermedad o toxina les pueden sumergir en un mundo alucinatorio poco fiable. La fiebre juega malas pasadas.
¿Has hecho dudar a tus personajes de que elementos de su entorno eran reales o alucinaciones?