"Éste, con oscuros círculos bajo los ojos que evidenciaban el precio pagado, tanteó las ligeras alforjas sujetas a los arreos de su montura, mientras ésta se incorporaba y extendía sus alas, y extrajo una poción de curación que le devolviera parte de la fortaleza dilapidada durante la exigente jornada. Con pulso tembloroso se la llevó a los resecos labios y apuró el espeso líquido carmesí con avidez.
Apenas empezó a sentir sus benéficos efectos, sujetó las riendas de Aguerrida y montó de nuevo. En ese momento, la sombra de sus reagrupados compañeros le cubrió.
—¡Apresúrate! —le urgió Uriah— ¡El orden de batalla se desmorona! ¡Los regimientos del centro persiguen a los hobzs y abandonan sus posiciones! ¡Daimiel y sus caballeros cabalgan ya en pos suyo!
En efecto, así era. Por el flanco izquierdo de la horda penetraban las albicelestes tropas élficas. La cuña formada por su caballería, con la luminosa presencia de su príncipe al frente, atravesaba las escuadras enemigas como un cuchillo candente la mantequilla. Los vociferante dancos les secundaban. La sombría forma del transformado Elugón los comandaba, como un avatar de todo lo que en la naturaleza hay de salvaje y predatorio. Ni él, ni sus bestiales escoltas, encontraban oposición entre los baqueteados hobzs."