Nueva entrega de la historia de Tudorache el Descarriado.
A su regreso a la fortaleza de Tormo en Esgembrer se encuentra un escenario muy diferente del que dejó años atrás y su viejo amigo Zacarías le pone al tanto de los muchos cambios que se han producido durante su ausencia:
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Nueva entrega de la historia de Tudorache el Descarriado.
A su regreso a la fortaleza de Tormo en Esgembrer se encuentra un escenario muy diferente del que dejó años atrás y su viejo amigo Zacarías le pone al tanto de los muchos cambios que se han producido durante su ausencia:
“El despacho del Maestre estaba tal y como lo recordaba. La amplia mesa de caoba llena de pliegos meticulosamente ordenados por temas, apilados unos sobre otros. Las paredes ocultas tras hileras de estanterías abarrotadas de libros. Administración, leyes, teología, geografía, historia militar, teoría política y economía se daban allí cita. Zacarías le invitó a tomar asiento.
—Me alegro mucho de verte regresar de una pieza —los ojos claros chispeaban divertidos—. ¿Una copa para limpiar la garganta del polvo del camino?
No esperó a que le contestara. Se volvió hacia un armario junto al escritorio y sacó una botella de vidrio labrado. Un licor dorado la llenaba hasta la mitad.
—Sidra. Nada excesivo para estas horas del día —se adelantó a sus objeciones mientras llenaba una copa y se acercaba.
—No cambias —dijo él tomando un sorbo.
No era del todo cierto. En el fuego de sus rizos pelirrojos se apreciaba abundante ceniza. Pero se le veía animado, lleno de energía. No era ése el caso durante sus últimas estancias en el Nido. El peso de las responsabilidades propias del cargo al frente de la orden habían sofocado su natural pícaro.
—Lo mismo que tú —replicó con una sonrisa traviesa—. Mira que cargar de acá para allá con esas alforjas. ¿No sabes lo que son las letras de cambio?
—Ya sabes que por las tierras que recorro no abundan los banqueros —esquivó la pulla.”