Hola a todos. Aquí vuelvo con más acción. ¡Que no decaiga! Toca flanco izquierdo. Os dejo un adelanto:
"Los carros guorzs estaban ya a distancia de carga. Cada proyectil lanzado por los defensores alcanzaba su objetivo. El veterano batidor se sumó a sus esfuerzos, poniendo en cada disparo todo el rencor que sentía. Una vez elegida una posición ligeramente elevada que defender, lo mismo hacían las filas posteriores de la infantería élfica. Ahora sí, el daño causado a las resistentes jaburies hacía mella en sus fuerzas. Muchas se desplomaban, obligando a los forqzs a abandonar sus carros y proseguir el asalto con los grandes escudos sobre sus cabezas. Marcial apuntó a un guerrero colmilludo que iba en cabeza, pendiente de los proyectiles que le llovían desde más arriba, y le alojó una flecha en el ojo. Con enorme satisfacción lo vio caer en el fango.
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Hola a todos. Aquí vuelvo con más acción. ¡Que no decaiga! Toca flanco izquierdo. Os dejo un adelanto:
"Los carros guorzs estaban ya a distancia de carga. Cada proyectil lanzado por los defensores alcanzaba su objetivo. El veterano batidor se sumó a sus esfuerzos, poniendo en cada disparo todo el rencor que sentía. Una vez elegida una posición ligeramente elevada que defender, lo mismo hacían las filas posteriores de la infantería élfica. Ahora sí, el daño causado a las resistentes jaburies hacía mella en sus fuerzas. Muchas se desplomaban, obligando a los forqzs a abandonar sus carros y proseguir el asalto con los grandes escudos sobre sus cabezas. Marcial apuntó a un guerrero colmilludo que iba en cabeza, pendiente de los proyectiles que le llovían desde más arriba, y le alojó una flecha en el ojo. Con enorme satisfacción lo vio caer en el fango.
Abajo, pudo ver al líder de los lanceros elfos que mantenía el vacío brazo derecho doblado ante sí, y movía los labios como un cetrero que estuviese dando instrucciones a su halcón. En efecto, una vez retirado el brazo, una ráfaga de aire sacudió el penacho de plumas blancas y azules de su casco plateado. Un estremecimiento le recorrió la espalda con un sudor frío.
«Brujeria élfica.» Pensó, alzando el arco mientras elegía otro objetivo. «Están de nuestra parte. Están de nuestra parte.» Se repitió antes de soltar la flecha, que alcanzó a otro guerrero en el hombro, pero no lo detuvo.
Fue un disparo proveniente de los exploradores a caballo, que continuaban su hostigamiento, el que le atravesó el pie, y lo detuvo. La puntilla se la dio una jabalina arrojada desde las filas de los Comerranas. De reojo, echó un vistazo a los muchachos, el grandullón seguía con los brazos colgando y la mirada ausente, al fondo, de espaldas a la empalizada, ajeno a lo que ocurría a su alrededor. El que se creía más listo que nadie era el que se había expuesto para arrojar esa última jabalina. La cara sucia traicionaba las lágrimas, tal vez de rabia que el crio no había podido contener."
Y para los que queréis saber como sigue, enlace al blog:
Muy buenos días a todos. Aquí vuelvo con una nueva entrega de La Batalla de los Marjales. Hoy presenciamos como ambos bandos ponen toda la carne en el asador. O eso quieren que piensen sus adversarios...
"Tras ellos, caminando con torpeza sobre sus cuartos traseros, dominando la escena con su envergadura de lo menos cinco metros, erguía su escamoso cuerpo serpentino, verde jaspeado, con estrías del color de la sangre coagulada, la monstruosa sierpe sobre la que entraba en batalla el epicentro de todo aquél propósito destructor.
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Muy buenos días a todos. Aquí vuelvo con una nueva entrega de La Batalla de los Marjales. Hoy presenciamos como ambos bandos ponen toda la carne en el asador. O eso quieren que piensen sus adversarios...
"Tras ellos, caminando con torpeza sobre sus cuartos traseros, dominando la escena con su envergadura de lo menos cinco metros, erguía su escamoso cuerpo serpentino, verde jaspeado, con estrías del color de la sangre coagulada, la monstruosa sierpe sobre la que entraba en batalla el epicentro de todo aquél propósito destructor.
El metal de su armadura reflejaba, desnudo de ornamentos, la luz de los tres soles. El escudo redondo que llevaba a la espalda, en cambio, mostraba un bestial rostro repujado, cubierto de rojo cinabrio, que se burlaba de sus enemigos con muecas cambiantes. Era el arma de su elección un curvo yuntoudao de hoja masiva, forjado a partir del acero maldito cuyo secreto solo los escasos herreros de entre los gigantes ologai de músculos de ébano conocen, y templado en la sangre de elfos y enanos. Engastadas en sus colmillos brillaban mágicas gemas protectoras. Un casco, adornado con una cresta ósea imitando la de un dragón, y dos pares de joyas encantadas dispuestos a cada lado a guisa de ojos, cubría su calva y tatuada cabeza.
—Amigos míos —se dirigió Iván a sus compañeros de armas, sobrecogido ante la tarea que tenía ante si—, he aquí el momento para el que nacimos. De la fuerza de nuestros brazos y de la convicción en nuestra causa dependen las vidas y el futuro de los que hemos dejado atrás: mujeres, hijos, padres y hermanos. Esta es la hora de la verdad. ¡Nuestro deber es claro! ¡Nuestro camino está marcado! ¡Nuestro destino está en nuestras manos!"
"En medio de todos ellos se revolvía un oscuro campeón, con los molinetes de su mayal mantenía a raya a los Magma. Era tan agresivo como su bestial jaburi, cuya alzada era superior a la de los khavil que lo acosaban con sus armas, tal que era la criatura la que bajaba la masiva testuz para mirar a sus enemigos acorazados a la cara. Atrapado, carecía del espacio necesario para tomar impulso, pero eso no era óbice para revolverse coceando, mordiendo y mochando con sus afiliados colmillos.
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Entrada 101 del blog. Me hace ilusión.
"En medio de todos ellos se revolvía un oscuro campeón, con los molinetes de su mayal mantenía a raya a los Magma. Era tan agresivo como su bestial jaburi, cuya alzada era superior a la de los khavil que lo acosaban con sus armas, tal que era la criatura la que bajaba la masiva testuz para mirar a sus enemigos acorazados a la cara. Atrapado, carecía del espacio necesario para tomar impulso, pero eso no era óbice para revolverse coceando, mordiendo y mochando con sus afiliados colmillos.
—¡Edim! ¡Edim khuzalak! —rugía provocador, sus colmillos inferiores, decorados con anillos de acero y rubíes, asomando por encima de la prognata mandíbula cuadrada— ¡Mestizos! ¡Mestizos sin barba!
Así se burlaba de ellos. Pues hubo un tiempo en que los khavil fueron perseguidos, marcados, rapados y afeitados, esclavos del Clan de Fuego. Y la provocación surtía efecto. Obcecados con el desafío del caudillo guorz, los más jóvenes se arremolinaban sobre él, estorbándose. Y el poderoso mayal los golpeaba a placer. Y con cada golpe, siniestras runas emitían malignos destellos verdes y rojos. Y cascos y escudos cedían bajo los impactos, derribando a sus portadores. Y no todos volvían a levantarse."
Nueva entrega de "La Ciudad bajo la Ciudad" sigue la Batalla de los Marjales. Me estoy divirtiendo con ella.
En esta entrada, pongo los pies en la tierra. bajo al barro, me mancho las manos y concedo el protagonismo a viejos conocidos.
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Nueva entrega de "La Ciudad bajo la Ciudad" sigue la Batalla de los Marjales. Me estoy divirtiendo con ella.
En esta entrada, pongo los pies en la tierra. bajo al barro, me mancho las manos y concedo el protagonismo a viejos conocidos.
"Entre tanto, las vanguardias de hostigadores habían derramado la primera sangre. Las larvas guorzs, como despectivos los llamaban los enanos, corrían dispersos, chapoteando casi a cuatro patas, para minimizar las bajas causadas por las tropas de proyectiles a las que pretendían llevar al cuerpo a cuerpo. Los jóvenes forrajeadores armados con sus jabalinas, sus números reforzados por los batidores irregulares y sus arcos de caza, los habían salido al paso. Equipados de forma aún más ligera, los apoyaban honderos aportados por la Orden de Aubea, voluntarios de última hora reclutados de entre sus porteadores. Los guerreros dancos, en cambio, altos y orgullosos, con sus petos circulares atados por cintas de cuero a la espalda, sus lanzas, sus amplios escudos y sus largas espadas, se mantenían a la expectativa, esperando piezas mayores. Si a caso un grupo especialmente numeroso de asaltantes amenazaba con atrapar a sus aliados, a una señal de su othain, caían sobre ellos con fría furia, descabezando a sus campeones tatuados, para retirarse después, alejando a los gribzs de su objetivo. De esta manera, entre todos los iban acercando al risco de De la Turbera y a sus empalizadas repletas de expertos arqueros. Así, sangre roja y negra corría por los marjales y se entremezclaba con el fértil limo fangoso.
En medio de aquella vorágine estaban envueltos los Comerranas, luchando con denuedo por sus vidas."