"Éste, con oscuros círculos bajo los ojos que evidenciaban el precio pagado, tanteó las ligeras alforjas sujetas a los arreos de su montura, mientras ésta se incorporaba y extendía sus alas, y extrajo una poción de curación que le devolviera parte de la fortaleza dilapidada durante la exigente jornada. Con pulso tembloroso se la llevó a los resecos labios y apuró el espeso líquido carmesí con avidez.
Apenas empezó a sentir sus benéficos efectos, sujetó las riendas de Aguerrida y montó de nuevo. En ese momento, la sombra de sus reagrupados compañeros le cubrió.
—¡Apresúrate! —le urgió Uriah— ¡El orden de batalla se desmorona! ¡Los regimientos del centro persiguen a los hobzs y abandonan sus posiciones! ¡Daimiel y sus caballeros cabalgan ya en pos suyo!
En efecto, así era. Por el flanco izquierdo de la horda penetraban las albicelestes tropas élficas. La cuña formada por su caballería, con la luminosa presencia de su príncipe al frente, atravesaba las escuadras enemigas como un cuchillo candente la mantequilla. Los vociferante dancos les secundaban. La sombría forma del transformado Elugón los comandaba, como un avatar de todo lo que en la naturaleza hay de salvaje y predatorio. Ni él, ni sus bestiales escoltas, encontraban oposición entre los baqueteados hobzs."
Hola, muy buenos días a todos.
Aquí estoy con una nueva entrega de "La Ciudad bajo la Ciudad". La Batalla de los Marjales se acerca a su desenlace.
Hoy los ecos de "Deus vult" resuenan desde la Edad Media, mientras los camaradas de Uriah dejan de hacerle los coros y ocupan el centro de la escena.
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Hola, muy buenos días a todos.
Aquí estoy con una nueva entrega de "La Ciudad bajo la Ciudad". La Batalla de los Marjales se acerca a su desenlace.
Hoy los ecos de "Deus vult" resuenan desde la Edad Media, mientras los camaradas de Uriah dejan de hacerle los coros y ocupan el centro de la escena.
"Comprendiendo lo que sus superiores se disponían a hacer, Jerome y Zacarías se alejaron un par de metros a cada lado. Ellos no habían avanzado lo suficiente en los misterios del Señor del Valor para llevar a cabo tal proeza. Aún así, se sumaron a la salmodia, alzando mazas, martillo y mangual a la luz de los soles.
—Luz que dispersa la oscuridad —entonaron todos a una—. Rayo que hiende el firmamento. Tormo el Justiciero. Martillo que dicta sentencia. Mirada que descubre la mentira. Tormo del Libro. Escudo que protege a los inocentes. Torreón que aleja a los sin ley. Tormo Espejo de Paladines. ¡Tu asistencia invocamos!
Era ya mediodía y en el campo de batalla no cesaba el derramamiento de sangre, cuando dos columnas de luz dorada, ribeteadas de relámpagos y acompañadas de sendos truenos descendieron del cielo. En su interior se adivinaba la blanca luz de los espíritus guerreros enviados en respuesta a sus plegarias. Tal era la intensidad de la energía divina que los sustentaba, que mirarlos directamente cegaba al imprudente. Sus armaduras emitían destellos plateados, sus armas refulgían como el oro, pero eran sus alas blancas, cargadas de energía eléctrica, las que no dejaban lugar a dudas sobre su naturaleza."
Muy buenos días a todos. Aquí vuelvo con una nueva entrega de La Batalla de los Marjales. Hoy presenciamos como ambos bandos ponen toda la carne en el asador. O eso quieren que piensen sus adversarios...
"Tras ellos, caminando con torpeza sobre sus cuartos traseros, dominando la escena con su envergadura de lo menos cinco metros, erguía su escamoso cuerpo serpentino, verde jaspeado, con estrías del color de la sangre coagulada, la monstruosa sierpe sobre la que entraba en batalla el epicentro de todo aquél propósito destructor.
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Muy buenos días a todos. Aquí vuelvo con una nueva entrega de La Batalla de los Marjales. Hoy presenciamos como ambos bandos ponen toda la carne en el asador. O eso quieren que piensen sus adversarios...
"Tras ellos, caminando con torpeza sobre sus cuartos traseros, dominando la escena con su envergadura de lo menos cinco metros, erguía su escamoso cuerpo serpentino, verde jaspeado, con estrías del color de la sangre coagulada, la monstruosa sierpe sobre la que entraba en batalla el epicentro de todo aquél propósito destructor.
El metal de su armadura reflejaba, desnudo de ornamentos, la luz de los tres soles. El escudo redondo que llevaba a la espalda, en cambio, mostraba un bestial rostro repujado, cubierto de rojo cinabrio, que se burlaba de sus enemigos con muecas cambiantes. Era el arma de su elección un curvo yuntoudao de hoja masiva, forjado a partir del acero maldito cuyo secreto solo los escasos herreros de entre los gigantes ologai de músculos de ébano conocen, y templado en la sangre de elfos y enanos. Engastadas en sus colmillos brillaban mágicas gemas protectoras. Un casco, adornado con una cresta ósea imitando la de un dragón, y dos pares de joyas encantadas dispuestos a cada lado a guisa de ojos, cubría su calva y tatuada cabeza.
—Amigos míos —se dirigió Iván a sus compañeros de armas, sobrecogido ante la tarea que tenía ante si—, he aquí el momento para el que nacimos. De la fuerza de nuestros brazos y de la convicción en nuestra causa dependen las vidas y el futuro de los que hemos dejado atrás: mujeres, hijos, padres y hermanos. Esta es la hora de la verdad. ¡Nuestro deber es claro! ¡Nuestro camino está marcado! ¡Nuestro destino está en nuestras manos!"
"En medio de todos ellos se revolvía un oscuro campeón, con los molinetes de su mayal mantenía a raya a los Magma. Era tan agresivo como su bestial jaburi, cuya alzada era superior a la de los khavil que lo acosaban con sus armas, tal que era la criatura la que bajaba la masiva testuz para mirar a sus enemigos acorazados a la cara. Atrapado, carecía del espacio necesario para tomar impulso, pero eso no era óbice para revolverse coceando, mordiendo y mochando con sus afiliados colmillos.
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Entrada 101 del blog. Me hace ilusión.
"En medio de todos ellos se revolvía un oscuro campeón, con los molinetes de su mayal mantenía a raya a los Magma. Era tan agresivo como su bestial jaburi, cuya alzada era superior a la de los khavil que lo acosaban con sus armas, tal que era la criatura la que bajaba la masiva testuz para mirar a sus enemigos acorazados a la cara. Atrapado, carecía del espacio necesario para tomar impulso, pero eso no era óbice para revolverse coceando, mordiendo y mochando con sus afiliados colmillos.
—¡Edim! ¡Edim khuzalak! —rugía provocador, sus colmillos inferiores, decorados con anillos de acero y rubíes, asomando por encima de la prognata mandíbula cuadrada— ¡Mestizos! ¡Mestizos sin barba!
Así se burlaba de ellos. Pues hubo un tiempo en que los khavil fueron perseguidos, marcados, rapados y afeitados, esclavos del Clan de Fuego. Y la provocación surtía efecto. Obcecados con el desafío del caudillo guorz, los más jóvenes se arremolinaban sobre él, estorbándose. Y el poderoso mayal los golpeaba a placer. Y con cada golpe, siniestras runas emitían malignos destellos verdes y rojos. Y cascos y escudos cedían bajo los impactos, derribando a sus portadores. Y no todos volvían a levantarse."